Se recomienda no dejar de visitar alguno de los balnearios históricos. No solo ofrecen excelentes oportunidades para relajarse, descansar y regenerarse, sino que la mayoría de los baños se sitúan en un majestuoso monumento centenario.
Algunos en sí mismos son una maravilla arquitectónica, siguiendo el diseño otomano original con la piscina octogonal debajo de la clásica cúpula que permite que los rayos de la luz natural se reflejen en la superficie del agua. En Budapest, donde el turismo de spa floreció ya en el siglo XIX, gracias a los movimientos arquitectónicos, como, por ejemplo, el Modernismo, se construyeron edificios extraordinarios.
La mayoría de los grandes spas también disponen de un área al aire libre, por lo que en verano funcionan como una verdadera playa con ambiente vacacional.