En 2010, Pécs ganó el título de Capital Europea de la Cultura, gracias al cual se reconstruyó la antigua fábrica de la famosa familia Zsolnay y sus alrededores. La enorme inversión fue la reconstrucción más grande de un monumento industrial en Europa Central, cuyo éxito lo demuestra el hecho de que en 2014 el barrio Zsolnay fuera incluido en la lista de los Hungarikum y, desde entonces, recibe a miles de turistas cada año. Por cierto, la historia del barrio se remonta a 1851, cuando Miklós Zsolnay Sr. compró el terreno, que también alberga una mina de arcilla y un horno de ladrillos. Al fundar la fábrica, quería ayudar a su hijo, Ignác, quien había aprendido los trucos del procesamiento de la arcilla durante sus estudios. El hermano de Ignác, Vilmos, era un verdadero comerciante, que luego se hizo cargo de la gestión de la manufactura, se embarcó en grandes desarrollos, invitó a maestros artesanos a la fábrica y construyó una magnífica comunidad. Los trabajadores laboraron para la familia Zsolnay durante generaciones, y en el área fabril también había escuelas y viviendas para ellos. Rápidamente, la empresa ganó reconocimiento internacional, cosechando un éxito mundial en las Ferias Mundiales de Viena y de París.
Los tres hijos de Vilmos ‒Miklós, Júlia y Terézia‒ jugaron un papel importante en el desarrollo de la marca, las iniciales de sus nombres y el símbolo icónico de Pécs, las cinco torres, aparecen en el emblema diseñado por Júlia que luego se convirtió en el logotipo de la marca. Las guerras mundiales afectaron tanto a la familia como a la fábrica. Sin embargo, el golpe final fue infligido a la familia por el sistema socialista: la fábrica fue nacionalizada y los miembros aún vivos de la familia Zsolnay fueron privados de todos sus bienes. Afortunadamente, ni la familia ni la porcelana Zsolnay han sido olvidados, y el Barrio Cultural Zsolnay hace todo lo posible por que el nombre perdure para siempre.