El país de las sonrisas
Teatro de la Opereta de Budapest (distrito VI, Nagymező utca 17.)
El edificio, diseñado por los famosos arquitectos vieneses Fellner y Helmer en 1894, ya era un «odeón», un restaurante con espectáculo donde actuaban cantantes, actores y artistas antes de la Primera Guerra Mundial. El vasto escenario del teatro estaba bordeado de palcos íntimos en semicírculo en dos plantas, con una pista de baile que ofrecía amplio espacio para el vals, la polca, la mazurca y el galope. El ornamentado Jardín de Invierno albergaba el mejor restaurante francés de la ciudad, mientras que en la larga acera de la calle se abría un café concierto. Cuando en 1923 el gobierno de Budapest decidió dar a la opereta su propio hogar, la primera compañía se trasladó aquí. En la actualidad, el teatro está equipado con la más moderna tecnología escénica europea; se ha restaurado la ornamentación original y se ha rehabilitado la galería del palco superior. Los objetos antiguos que permanecen en el edificio –las esculturas de las lámparas, las columnas que sostienen la fila de palcos– armonizan con las vidrieras de nueva factura, los espejos, el mobiliario arcaizante del bufé del auditorio y el suelo de mármol. En uno de los teatros más visitados de Hungría, la sala está iluminada por una lámpara de araña centenaria. Entre las decoraciones de estuco dorado y las paredes con revestimiento de terciopelo, una velada en el teatro es aquí una auténtica fiesta, tanto si reserva entradas para una opereta como para un musical. Budapest, al igual que Viena, es la capital de la opereta, donde se mantienen los más altos niveles de tradición y se adereza el género con nuevos sabores. Los húngaros son mundialmente famosos por interpretar y cantar este género con un fervor único, fuego, bailes acrobáticos, riqueza visual y asombrosas tormentas sensorio-emocionales.