Las pruebas de una civilización previa a la conquista de los magiares en el 890 son escasas y están diseminadas. Las ruinas de esta previa avanzadilla romana son más visibles en Aquincum, hoy llamado Óbuda. A un kilómetro de los hallazgos expuestos en el museo de Aquincum, la Villa de Hércules alberga un complejo suelo de mosaico del que antiguamente fue una suntuosa residencia romana.
La primera época destacada para la arquitectura húngara llegó bajo el mandato del rey Matías, en el siglo XV, momento en el que Buda recibió al Renacimiento. El Palacio Real fue reconstruido en un estilo de Renacimiento temprano, si bien poco queda de aquel original, debido a las numerosas invasiones. La iglesia de Matías (Mátyás-templom), situada en la plaza Szentháromság, conserva fragmentos de la original de la Edad Media.
La ocupación turca iniciada en 1541, que se alargó durante 150 años, dejó baños termales como el de Király y el de Rudas, mientras que la tumba de Gül Baba (Gül Baba türbéje), a la que se puede ascender desde el puente de Margarita, en el lado de Buda, permaneció intacta tras la llegada de los Habsburgo.
Gran parte de los alrededores de Buda fueron arrasados. Iglesias como la de Santa Ana , situada en la plaza Batthyány, se construyeron en estilo barroco, y después se completaron con el esplendor clasicista de la reforma, ya que durante la década de 1800 se forjó la identidad de la ciudad. Las instituciones prestigiosas – la Academia de las Ciencias y el Museo Nacional – nacieron en el lado de Pest, ahora unido a Buda mediante el puente de las cadenas (Lánchíd), el primer paso permanente sobre el Danubio.