En la plaza principal de Makó, podrá detenerse en la fuente de la Flor de Cebolla para decidir qué ver primero. Afortunadamente, no faltan cosas que ver y hacer; gracias a las obras de Imre Makovecz –prestigioso arquitecto húngaro ganador de los premios Ybl Miklós y Kossuth–, podrá darse un chapuzón en el Hagymatikum, visitar la Casa de la Cebolla y el Pabellón de la Música; la estación de autobuses tampoco es un lugar cualquiera.
El corazón de Makó, la Casa de la Cebolla
El símbolo de Makó es la cebolla, por lo que es comprensible que Imre Makovecz se inspirara en esta hortaliza cuando estrechó su relación con la ciudad primeramente por la renovación de la Casa de la Cebolla, construida en el emplazamiento del antiguo mercado de cebollas. El edificio es ahora un centro económico, cultural y educativo, y merece la pena visitarlo si está de paso: lo reconocerá desde lejos por sus dos columnas acristaladas a medias.