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Busójárás: Carnaval tradicional de Mohács

Igual que en muchas otras partes del mundo, en Hungría hay una larga tradición de ahuyentar el invierno y esperar la primavera, a la que se vinculan muchas costumbres y creencias. El carnaval de los busó de Mohács es una de las costumbres más destacadas y reconocidas, que ya figura en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. 

La tradición del busójárás

Busójárás, el carnaval de los busó, es una tradición de los šokci (croatas) que viven en la ciudad de Mohács, en el sur de Hungría. Es una costumbre folclórica para ahuyentar los espíritus del invierno que disfruta de reconocimiento internacional y mucha gente asiste para ver el espectáculo. Los locales dicen que esta costumbre tiene que ver con el desalojo de los ocupantes turcos, y alegan que los vecinos se escondían en los pantanos de la región de Mohács para aparecer con máscaras y cencerros y ahuyentar a los supersticiosos turcos. Pero al parecer, los šokci, de origen balcánico, ya traían esta costumbre cuando inmigraron al territorio de Hungría, y fue en los siglos siguientes que esta costumbre adquirió la forma que conocemos en la actualidad.

En la tradición de los šokci, la esencia del festival de los busó radica en el «poklade», o sea, la transformación. Lo toman muy en serio; detrás de sus máscaras perciben la fiesta con un estado de conciencia transformado, más intuitivo, independiente del tiempo y del espacio. En estas ocasiones, se pueden hacer muchas cosas que en la vida cotidiana no se permite. Según la tradición de los busó, la cara, o sea la identidad, tiene que mantenerse oculta durante la fiesta, así que hay quienes cambian sus máscaras una tras otra.

 

Los protagonistas

El busó es la figura principal de la fiesta: se viste de monstruo con su máscara de madera, pieles lanudas, pantalones rellenos de paja, medias rústicas y mocasines de una sola pieza de cuero. Una cadena o cuerdas (o un cinturón) sujetan las pieles de oveja y, entre los accesorios, no pueden faltar el cencerro, las matracas o la maza de madera. Pueden llevar también otros enseres, como la horquilla de madera, la pala de lavar, el palo para llevar agua, el vergajo, la muñeca en la tina de madera, o las calabazas sujetas a la cintura. Ellos a menudo deambulan por el pueblo en carrozas o remolques tirados por tractores adornados. Como parte de la tradición, los grupos de busó compiten año tras año para decidir quién es el que aporta la idea más graciosa y llamativa que también respeta las tradiciones.

Los szépbusó (busós bellos) son normalmente individuos vestidos de traje folklórico y velo sobre la cara, en su mayoría muchachas y, en ocasiones, hombres. Tienen una tarea muy práctica, y es la de guiar a los busó, que en muchas ocasiones tienen un campo de visión limitado debido al uso de las portentosas máscaras de madera. Se agarran del brazo de los busó para guiarles, son sus ojos o lazarillos.

Los busó son acompañados por los jankeles, vestidos de harapos y sacos rotos en la cabeza. Su tarea es mantener apartada a la gente en la calle, sobre todo a los niños traviesos, para lo cual usan unos sacos rellenos de harina, cenizas y últimamente, aserrín, para golpear graciosamente a cuantos puedan.

Es una comunidad

Los busó tienen varios grupos oficiales en la ciudad, que se preparan juntos para la gran fiesta y, además mantienen buenas relaciones y se ayudan mutuamente a lo largo de todo el año. Hay más de 50 grupos oficiales, además de los que aparecen y actúan espontáneamente.

Antiguamente, los escandalosos grupos de busó visitaban una casa tras otra, donde los vecinos les recompensaban con comida y bebidas por los buenos augurios y las prácticas para ahuyentar el inverno. Hoy día, el desfile es un acontecimiento en el que participa toda la ciudad. Actualmente, el centro de las actividades es la plaza Széchenyi, con los ruidos y luces que las acompañan: disparan salvas con cañones, encienden una gran hoguera y hacen bulla con todo lo que pueden.

El domingo de carnaval, los busó atraviesan el río Danubio en sus barcas, colocan el ataúd del invierno en el agua y, esa misma noche, se enciende la hoguera más grande.

Normalmente, los turistas asisten a los programas de fin de semana, pero los locales festejan también el martes siguiente, quemando otro ataúd en una nueva hoguera puesta en la plaza mayor de la ciudad para darle la bienvenida a la primavera.

Las máscaras, que son el símbolo de estas festividades, las tallan artistas folklóricos famosos, con estilos que se reconocen claramente en sus obras. Algunos dicen que el verdadero busó talla con sus propias manos la máscara de madera.

Desde 2009, el desfile de los busó de Mohács está recogido en la lista representativa del patrimonio cultural intangible de la UNESCO.

Curiosidades

  • Durante el desfile, los busó tradicionalmente lanza gritos de «bao-bao».
  • Antaño, cuando los busó iban de casa en casa, avisaban su llegada a los vecinos con una corneta de madera, luego recorrían el patio en medio del estridente repiqueteo de las matracas y los cencerros, daban palmadas a las esquinas de los edificios, daban vueltas al ganado en el establo y el busó que portaba la bolsa de cenizas esparcía un poco de ceniza sobre el pienso de los animales, el suelo del porche y el umbral de la puerta para ahuyentar enfermedades y males.
  • A veces, llevaban arados para arar el huerto y sembraban simbólicamente para que hubiera una cosecha abundante. Llegando a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, solo araban el huerto del vecino que no les dejaba entrar a las buenas.
  • Antes, era norma que solo hombres casados de menos de 45 o 50 años podían participar en la ceremonia de los busó, las mujeres se limitaban a ayudar a los hombres a vestirse. Actualmente, todo esto ha cambiado y, muchas veces, los niños y hasta las mujeres del pueblo se visten de busó.
  • El arma simbólica de los busó, la maza con púas, se elabora de numerosas piezas, sin utilizar clavos. Es el precursor de los rompecabezas lógicos que hoy conocemos, y construirla requiere mucha destreza.
  • Antiguamente, los busó trataban de descubrir si la máscara ocultaba a un busó joven o viejo.
  • La corneta de los busó se preparaba de madera de sauce; una rama de grosor apropiado se partía en dos longitudinalmente y se le extraía la parte central, luego se amarraban las dos caras con la ayuda de unas lianas y se la dejaba reposar en el establo, donde absorbía la humedad, se hinchaba y llegaba a tener un sonido muy bonito. Estas cornetas de madera, que a veces llegaban a medir tres metros de largo, eran para dos: uno la transportaba y el otro la soplaba. Hoy día, se emplean instrumentos más ligeros para hacer ruido.
  • Los grupos de busó van acompañados por músicos de folklore los seis días que dura el carnaval, y los músicos participan del mismo modo en la fiesta. Es normal que el acompañamiento musical sea una orquesta de tamburas o bandurrias, aunque últimamente hay también gaiteros, pero, en todo caso, los músicos son parte integrante de las festividades.
  • La indumentaria de los/las szépbusó se hereda de generación en generación, y entre sus vestimentas hay piezas centenarias. Alguno de estos artículos puede ser incluso más valioso que un traje completo de busó

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