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Mira hacia arriba para conocer detalles diminutos

Si quieres explorar los tesoros de la arquitectura, es importante que prestes atención a los detalles. Además de los arquitectos y diseñadores –cuyos nombres conocemos de los manuales–, centenares de artesanos y artistas han dejado su huella, su impresión digital y su personalidad en la historia y el estilo de los edificios, desde los vidrieros hasta los ceramistas y los herreros.

Cerámica de edificios

El renacimiento de la cerámica empleada en los edificios se inició a mediados del siglo XIX y alcanzó su apogeo en toda Europa durante el modernismo. El empleo de la cerámica en exteriores de edificios tuvo que superar la prueba de tener que ser compacta y resistente a las temperaturas bajo cero, ya que en Hungría es típico que cada año haya unos cuarenta ciclos de heladas con los correspondientes deshielos. Para responder a estas elevadas exigencias, Vilmos Zsolnay y su equipo de técnicos desarrollaron un material llamado pirogranito, que permitió la amplia difusión de este decorativo material de construcción.

 

La manufactura Zsolnay se hizo famosa por sus productos de cerámica esmaltada y por el pirogranito que elaboraban, y el constante desarrollo tecnológico elevó la manufactura a la vanguardia internacional. En un principio, en Hungría se empleaba la cerámica para sustituir elementos de piedra que eran caros o difíciles de conseguir. Inicialmente, este material servía como materia prima para capiteles de columnas, consolas de soporte de balcones y repisas, luego, ya como elemento decorativo, empezó a figurar en los frisos y marcos de ventanas. Fue en la arquitectura de Ödön Lechner donde la cerámica de Zsolnay obtuvo el lugar que se merecía en la historia de la arquitectura nacional e internacional.

Barandillas de escalera y portones de hierro forjado

Al contemplar los elementos metálicos de los edificios, podemos encontrar aún más belleza. A partir de mediados de la década de 1870, durante unos diez años, se elaboraban estructuras de portones, barandillas de balcones, escaleras y pasillos utilizando elementos de estilo barroco. Los talentosos herreros de la época eran capaces de suministrar productos para cualquier fachada o espacio interior de cualquier estilo. Uno de los artesanos más solicitados de la época fue Gyula Jungfer, que destaca entre los herreros que elaboraban elementos de hierro forjado para los edificios de estilo neobarroco o neorrenacentista. De su taller salieron las rejas ornamentadas de alta calidad artística que se incorporaron en edificios públicos y palacetes privados. Uno de los arquitectos más renombrados de la época, Miklós Ybl, por ejemplo, colaboraba regularmente con este artesano, siendo ejemplo de ello las barandillas ornamentadas del Teatro de la Ópera o de Várkert Bazár (Bazar de los Jardines del Castillo).

Escultura de edificios

Las esculturas son el elemento más importante, casi natural para decorar los edificios. La escultura de edificios incluye las creaciones que en las fachadas o interiores desempeñan un papel supeditado a las funciones del edificio. Los elementos casi imprescindibles en las fachadas clasicistas o neorrenacentistas incluyen las cariátides y las estatuas en los nichos sobre los ventanales arqueadas. Vale la pena observar atentamente estos elementos de la arquitectura, pues siendo representaciones figurativas en muchos casos, irradian belleza incluso para aquellos que son menos abiertos a las representaciones abstractas.

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