Con recetas creativas, ingredientes de alta calidad y un servicio amistoso, Hungría ofrece una apasionante combinación de platos auténticos y modernos. En los últimos años, en el país se ha vivido una revolución gastronómica. En cada esquina de la capital, se han abierto nuevos restaurantes, bistrós y lugares de comida callejera.
Todos los niños creen que la tarta dobos (tambor) ganó este nombre por la capa caramelizada que lleva encima, pues tiene la misma forma redonda y es tan tensa como la de un tambor. Sin embargo, este pastel tenía más novedades revolucionarias en su época que resistir unos golpecitos encima.
Este postre de copa preparado de bizcocho, crema de chocolate y vainilla con una gran bola de crema batida encima es el dulce favorito de todos los niños húngaros. No solo su nombre es incorrecto, sino que ni siquiera es un invento tan antiguo, pues el primer ejemplar se hizo para la Feria Mundial de Bruselas de 1958.